miércoles, 15 de septiembre de 2010

Cosas que hacer antes de morir, vivir.

*(No ver la imagen hasta el final del texto)
A diferencia del resto de mis compañeros, no he venido aquí para darles una charla que bajo mi opinión olvidaran mucho antes de sentarse en el sofá a ver su serie favorita, he venido para darles lo que quieren, lo único en lo que sus mentes se aislarán en el transcurso de esta charla de hora y media pensar en que van hacer cuando salgan de aquí y lo más importante con quien. Porque en este momento de vida rápida en el que vivimos lo único que ha perdurado en el tiempo a parte de los monumentos ha sido la coincidencia, la identificación de momentos puntuales de la vida experimentados por varias personas en diferentes lugares y diferentes transcursos de tiempo pero que siempre se producen en todos los casos por igual.

Buenos días son las 9:00 de la mañana ¿Qué me dirían si les pregunto...

...¿Alguna vez han tenido la sensación de que su vida pasa por delante de sus ojos sin que ustedes puedan hacer absolutamente nada?
Sé que ese momento parece aquel de alguien está a punto de morir y recuerda a familiares, amigos, e incluso a personas no queridas pero que marcaron los momentos que para usted crearon un antes y un después. Pues bien, yo no me refiero exactamente a la muerte, ya que como pueden comprobar si fuese así cabrían dos opciones, o bien que yo hubiese experimentado tal sensación en una operación a vida o muerte o tal vez que estuviese estableciendo una conexión vía Internet desde el más allá y el problema es que no sé exactamente si allí ya ha llegado la era Internet.
Voy a dejarme de rodeos y les voy a explicar que esta sensación o bien se experimenta por las razones anteriormente descritas o en un momento en el cual está demasiado descontento con uno mismo como para intentar arreglar lo que sucede a nuestro alrededor, y que de una manera u otra afecta a nuestra vida en ese preciso instante.
Se llaman comúnmente malas rachas, es decir, periodos de tiempo en los que desearíamos despertar de la “pesadilla” que estamos viviendo. Y es que desde mi más sincera opinión yo nunca creí las frases de ánimo que llevaban al tiempo como defensor.
Ahora bien tras pasar 768 días, 17 horas, 23 minutos y 56 segundos, les daré una buena noticia: El tiempo corre sin que nos demos cuenta. Nos pasamos la vida pensando: “¿Por qué a mí? Tendría que experimentarlo él entonces se daría cuenta de por lo que estoy pasando” y Zás! Deseo cumplido, al igual que los niños pequeños tienen varios juguetes con los que jugar y cuando sueltan uno de ellos y otro niño lo poseé se sienten completamente indignados, en la vida real pasa exactamente lo mismo que un día empiezas a echar de menos lo que otro echaste de más. ¿Y saben qué? Realmente esa es la situación mas estúpida que uno puede experimentar no haber aprovechado lo que se ha tenido y se ha dejado marchar, porque háganme caso cuando algo en la vida se termina se termina de verdad. Vivan cada instante como si fuera único y no dejen pasar ningún tren valioso porque más tarde que temprano algún impertinente les recordará que a usted nadie volverá.
Es lo que se conoce como la edad de la inocencia, el momento de nuestra vida en el que pensamos que el mundo se rige por una serie de normas establecidas que todo el mundo respeta, háganme caso las normas no las respeta nadie porque alguna obra audiovisual probablemente nos haya mencionado en algún momento de nuestras ajetreadas vidas que las normas se han hecho para saltárselas y no se equivoquen no son normas lo que hay en este mundo alocado de luces de colores y de coches veloces sino la costumbre, la costumbre de identificarnos con las otras personas, porque no hay otra cosa que más nos una, que recordar aquellos tiempos en los que tú era mí y mí era yo.
No se martiricen si lo que no ha sucedido es porque no debía suceder y saben porqué, atentos hay va la clave.

(Se enciende el proyector)

En directo...!

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