viernes, 3 de diciembre de 2010

(*) sexual-mente



La inocencia se pierde en el momento que sabes descifrar a qué tipo de relación te enfrentas y a disfrutarla tal y como es. Sin aditivos, sin confundir un polvo con un romance o a estar excitada con estar enamorada. No siempre es lo mismo. Yo diría que casi nunca es lo mismo. Una vez me dijeron que mientras haces el amor con alguien, lo quieres. Las hormonas, las caricias, el momento y la lujuria crean esa sensación de unión con la otra persona por unos segundos. Y luego ya, se queda o se va.

Cuando la gente que queremos se va, deciden irse por cuestiones personales, por cuestiones de trabajo, porque deciden anteponer su futuro a su relación. Cuando se van porque ya es hora de irse, porque existen parejas que acaban convirtiéndose en tríos, parejas que no pueden evitar el miedo a no estar a la altura, otras son imposibles por definición, por historia, y por física, aunque no por química, o parejas en las que la química se ha ido gastando. Sin embargo la mayoría son parejas que lo fueron en algún momento y ya no son nada, y eso es lo que más miedo da en la vida, cuando la pareja se rompe, sea por lo que sea la primera sensación que se tiene es pánico, miedo al cambio, a la pérdida del control sobre nuestras vidas, un miedo a estar solo, pero cuando se llega a esa soledad, uno se da cuenta de que la ruptura, puede llevarnos a un lugar mejor. Mucha gente dice que el amor duele, pero eso no es cierto. La soledad duele. El rechazo duele. Perder a alguien duele. La envidia duele. Conseguimos confundir esas cosas con el amor, pero en realidad el amor es la única cosa en el mundo que cubre el dolor y hace sentirse a alguien maravilloso otra vez...



NURIA ROCA

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