martes, 21 de diciembre de 2010

(*) y vivirás de un recuerdo que hiciste morir



Te mereces despertarte con una chica con aliento a cualquiera. Hacerte tú solo el puto café, que nadie te lo lleve a la cama. Una descerebrada que aplauda tus malos bailes y bloqueos. Girarte y descubrir que tu sombra se ha venido conmigo. Y que tus zapatillas, contrariadas al no ver las mías, no sepan bien hacia dónde ir, y dejan de hacerte caso. Que cada gracia dicha a otra te clave la ausencia de mi risa.

Te mereces doscientos amores cutres y plastificados seguidos. Soñar conmigo mientras duermes con un monstruo al lado. Sentirte tan horrible por dentro que te fallen tus andares de gangster. Titubear al cruzar la acera porque te persigue tu propia cobardía. Que la soledad te aplaste una mañana con todo mi amor. Que mil noches de fiesta no sean suficientes para anestesiarte. Y que no haya día de sol que alivie la carroña de tu alma.

Te mereces resacas feas y solitarias, al vacío como único compañero. Ir de bar en bar buscando en el suelo las huellas de mis tacones. Levantarte cada noche a vomitar una a una las mentiras que me dijiste. No poder pronunciar nunca más una palabra de amor sin reírte. Amigos de cuarto de baño, intentar atrapar ilusiones en servilletas de papel. Querer disfrazarte de sincero y que los demás sólo vean en ti al rastrero. Tener que comprar besos falsos para intentar inútilmente escupir los míos. Y pegarte cabezazos contra la pared por perderme y que no se te rompa la cabeza hasta que no me hayas sacado de ella

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