Necesitaba llenar ese vacío. Algo tan sencillo como pedir un vodka sour; como ordenar al maître un plato de comida: "Tráigame una doble porción de vida... la mejor parte." Y si le preguntan cómo la quería, si poco hecha, al punto, o bien cocinada, responder sin ninguna duda que "al punto, tierna y jugosa, acompañada por una guarnición de amor y comprensión y una salsa bien condimentada de erotismo, locura y sensatez".[...]
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