- Todo es tan finito. Pero, ¿no crees que eso es lo que hace que nuestros días y los momentos específicos sean tan importantes?
- Sí, lo sé. Así es para nosotros esta noche. Después de mañana probablemente nunca volvamos a vernos, ¿verdad?
- ¿No crees que volvamos a vernos otra vez?
- ¿Tú que crees?
- Realmente no lo sé. No había pensado hacer otro viaje...
- Yo tampoco. Yo vivo en París, tú vives en EE.UU. Lo comprendo.
- Y no quisiera pedirte que volaras. Odias volar, ¿verdad?
- No tengo tanto miedo a volar. O sea, podría hacerlo.
- Bueno, si tú fueras a venir a EE.UU. o si, sabes, si yo... O podría volver aquí.
- No. Seamos adultos racionales en esto. Quizás deberíamos intentar algo distinto. No es tan malo que ésta sea nuestra única noche, ¿no? La gente suele intercambiar números y direcciones. Y acaban escribiéndose una vez y llamando dos veces.
- Exacto. Se va apagando. Sí, no quiero eso. Lo odio.
- Yo también lo odio.
- Pero, ¿por qué todos creen que las relaciones deben durar siempre?
- Sí, ¿por qué? Es estúpido.
- Pero, ¿crees que esto es todo? O sea, ¿que esta noche es nuestra única noche?
- Es la única manera, ¿no?
- Bueno, está bien. Hagámoslo así. Sin ilusiones, sin decepciones, sin proyectos. Procuraremos que esta noche sea genial.
- Bien, hagámoslo.
- Muy bien. Por nuestra única noche juntos y las horas que nos quedan.
- Es sólo que... qué deprimente, ¿no? Ahora en lo único que vamos a pensar es en cuando nos tengamos que despedir mañana.
viernes, 11 de marzo de 2011
(*) antes del amanecer...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario